El jueves 11 de mayo, la Sala MuCAO del Museo Nacional del Cacao inauguró la exposición colectiva Cultivar Gestos, curada por Paulina León Crespo, coordinadora de Arte Actual Flacso.
10 artistas reflexionan sobre las prácticas agrícolas en nuestro país. Cultivar Gestos enfatiza que el modo en que cultivamos nos habla de quiénes somos. La exhibición es una plataforma para pensar e interrogarse sobre la agricultura, a partir de obras de: Adrián Balseca, Paula Barragán, Virginia Black y Amupakin, Fernando Falconí, Stefany Guzmán, Manaí Kowii y Pacha Alta, Isabel Llanguno y Taller Sirak-Warmikuna (Taller de Bordado en San Roque).
La exposición estará desde el 11 de mayo hasta el 25 de junio. La producción fue realizada bajo la colaboración interinstitucional entre el Museo Nacional del Cacao y Arte Actual Flacso. Durante el periodo de exhibición se realizarán eventos ligados a Cultivar Gestos, cuyos detalles se publicarán en las redes del Museo Nacional del Cacao.
Texto curatorial de Cultivar Gestos
El modo en que cultivamos nos habla de quienes somos.
La agricultura, entendida como el conjunto de acciones humanas para la domesticación de las plantas, no solo ha transformado la naturaleza, sino que es la base de la organización social. El conjunto de saberes y prácticas ancestrales para la producción de alimentos, se ha transformado a través de los siglos en el fundamento del sistema capitalista: instaura la noción de propiedad privada, da origen al sistema jurídico, establece la división del trabajo, catapulta el desarrollo tecnológico, la ingeniería agrícola y la industria alimentaria. Todo ello desde una visión antropocéntrica en que la tierra y sus recursos están al servicio del ser humano y son explotados desde las hiperlógicas mercantiles.
Ecuador es un país en que la Agricultura Familiar Campesina produce el 60% de alimentos que consumimos, pero solo ocupa el 20% de las tierras dedicadas para este fin, frente al 80% que ocupa la Agricultura Empresarial de monocultivos para exportación. En este contexto dispar es indispensable preguntarnos cómo sembramos y cultivamos, para entender cómo habitamos y nos habita el mundo.
La ecosomática, en la que lo somático –las sensaciones y experiencias individuales– está íntimamente entretejido con el entorno natural, nos brinda una noción apropiada para este acercamiento. Aquí todo se conecta, lo individual a lo colectivo, lo social al medio ambiente, en una continuidad de entrecruces materiales e inmateriales. Siguiendo la propuesta de Marie Bardet, este modo de enunciación responde a la necesidad de percibirse en reciprocidad dinámica y continua con el ecosistema, donde compartimos un común cotidiano con otros seres vivientes no humanos.
Es así que, la manera de arar, abonar, sembrar, regar, cultivar, cuidar, cosechar, distribuir, preparar, son gestos que nos hablan de la relación con nosotrxs mismxs y con la naturaleza. ¿Cómo habita el cuerpo en/con la naturaleza? ¿Cómo la naturaleza habita al cuerpo? ¿Qué nos dicen nuestros gestos para entender estas relaciones? El gesto aparece aquí como el condensador de la energía motriz, el pensamiento, la técnica y la espiritualidad.
Cultivar Gestos expone obras artísticas, performáticas y activaciones, con el fin de nutrir las inquietudes, probar y provocar gestos, a la escucha de un saber de los cuerpos y los entornos en interdependencia.
Por un lado, tenemos aquellos gestos de (auto)destrucción y mutación, como los abordados por los artistas Adrián Balseca, Stefany Guzmán y Fernando Falconí. En su obra El Esfuerzo, Balseca desenmascara el agotamiento biológico y social de los “desiertos verdes” o enclaves de monocultivos bananeros de multinacionales, haciendo un homenaje a las luchas populares campesinas y un llamado a repensar las disputas por la vida en estos contextos. Por su parte Stefany Guzmán, nos presenta su obra Rey Banano II con una doble alusión: por un lado, retoma el certamen competitivo y festivo de la mejor cabeza de banano de exportación, a la vez que hace una alegoría a la Masacre de las bananeras (1928) que se ve actualizada a través de las condiciones laborales y de salud de los trabajadores en estas plantaciones, altamente afectados por los agroquímicos y pesticidas. El artista Fernando Falconí, a manera de un jardinero que realiza injertos en árboles, produce la serie Los frutos de los trópicos que entrelazan infografías científicas con siluetas de cuerpos de agua. El resultado es una reflexión inquietante sobre lo natural, la domesticación de las plantas y la educación científica.
Por otro lado, la exposición también contiene aquellos gestos de sostenimiento de la vida en interdependencia y reciprocidad. La arquitecta y etnógrafa Virginia Black, junto con la asociación de parteras Amupakin del Alto Napo, desarrollan la obra Iyarisha Chagrabi. Dibujos de una Amazonía inter-autoral en la que, a través de dibujos colectivos, representan los procesos de creación del cuerpo y el territorio, donde la chagra (huerto de plantas alimenticias y medicinales) se explica cómo el espacio de la memoria, diseñado y construido entre mujeres y supaigunas (espíritus de las plantas y animales). Las artistas indígenas Manaí Kowi y Pacha Alta, en su obra Sarami Kanchik (Somos Maíz) hacen referencia al ciclo de cultivo del maíz, grano que es la base alimenticia de este pueblo, ligado íntimamente con su dimensión simbólica y espiritual. Declaran: “Somos hijos e hijas del maíz, nuestros tejidos colectivos se han hilado con fuerza en torno a este elemento”. Aquí los gestos de cultivar, recordar, tejer, resistir, se entretejen en un complejo montaje. Por su parte, Isabel Llaguno, en su proyecto Tesoro de Indias trabaja sobre la memoria social y política de la papa, tubérculo andino que, durante el proceso de colonización y apropiación botánica y alimentaria, fue medrado su valor simbólico y nutritivo. La artista, junto con Pompeyo Jiménez, agricultor de Tungurahua, buscan cultivar, proteger y difundir la variedad de papas nativas en un ejercicio de soberanía alimentaria y epistémica. La serie Toctes y Tequilas de la artista Paula Barragán, consiste en el ejercicio extendido por varios años de recolección de pepas, frutos y semillas, con el fin de rescatar para los ojos humanos algunas huellas de la naturaleza, que expresan la permanente contradicción entre vida y muerte, fresco y seco, cielo y tierra. Por último, Mujeres Bordando en el Mercado de San Roque es un espacio comunitario con el propósito de promover formas de trabajo cooperativo entre mujeres relacionadas al comercio popular de productos agrarios. A través del bordado ellas recrean sus memorias y saberes como material educativo para las niñas y niños que habitan el mercado, promoviendo debates sobre las condiciones y relaciones de poder que aparecen naturalizadas en sus experiencias de vida. Por ejemplo, en la obra Calendario Agrofestivo entrelazan los eventos agrícolas, sociales, rituales y astronómicos, como manifestación cíclica de organización de la vida en conversación con los ecosistemas.
Es así que, Cultivar Gestos danza entre el des-cubrimiento de aquellos gestos humanos con el mundo vegetal que reducen y aniquilan la convivencia armónica y saludable en el planeta, y aquellos que nos permiten otras formas de escucha y de compromiso interrelacional entre humanos y otros seres vivos dentro de un contexto ecológico y cultural. En este sentido, y como menciona Bardet, reconocer nuestros gestos con el entorno, inventar nuevos gestos, dar atención y cultivar gestos tiene efectos en los modos de pensar y hacer política.
Paulina León Crespo
Curadora
Este título hace referencia al texto “Hacer mundos con gestos” (2019) escrito por Marie Bardet en diálogo con el texto “El cultivo de los gestos” (1962) del agrónomo André Haudricourt.
Fotos de Cultivar Gestos












