El Confite

El Museo Nacional del Cacao abrió su año expositivo con El Confite, una muestra de la artista Pamela Cevallos, curada por Giada Lusardi; ambas docentes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). La inauguración fue el jueves 20 de febrero, en Sala MuCAO.

« El punto de partida de esta historia es una caja de chocolates » narra Giada Lusardi en su texto curatorial. De este contenedor, hallado en el Museo Británico, emergen unos objetos que sorprenden y alimentan la curiosidad de la artista Pamela Cevallos. No fueron chocolates, sino piezas arqueológicas tan pequeñas como para caber en una caja de chocolates. La artista comienza a indagar cómo llegaron a ahí, a quiénes pertenecieron -con todo lo que aquello implica, respecto a este tipo de objetos- y cuál fue su historia.

La museografía de El Confite propone simular esas cajas de chocolates guardadas por cerca de un siglo, en un recorrido laberíntico que se replica entre piso y piso. En esta exploración devienen diálogos sobre el coleccionismo; así como también una invitación al juego: con las palabras, con el espacio, con la historia y las historias.

La producción de Pamela Cevallos contiene 18 obras pictóricas en pequeño y mediano formato, que se exhibieron en el primer y segundo piso de Sala MuCAO, en el Museo Nacional del Cacao, del 20 de febrero al 8 de mayo de 2025.

Texto curatorial – El Confite

Así, esta historia no solo trata de intercambios de objetos —¿chocolates por piezas arqueológicas?— sino, sobre todo, de la circulación de capitales simbólicos y culturales.

En los archivos, Cevallos recupera la historia de la proveniencia de estos bienes: fueron unos niños quienes entregaron las piezas al inglés, llamándolas trompitos. Ese era precisamente el uso que les daban; jugaban con ellas luego de encontrarlas entre la tierra o en la playa. De este modo, estos objetos adquieren una dimensión cotidiana, lejos del almacenamiento compulsivo de los museos modernos, donde muchas veces permanecen olvidados y ocultos al público. Este es el giro que la artista busca dar a estas historias: regresar a esos niños, a sus juegos, a los fabricantes originales y a quienes han adaptado estos objetos para darles nuevos usos en un devenir constante. Son objetos que cuentan historias cotidianas. Estos intereses caracterizan el trabajo de la artista, quien explora las borrosas fronteras entre la originalidad, un valor central del arte, y el significado de las réplicas como huellas de experiencias humanas.

Los objetos de barro comienzan a asociarse en la mente de Cevallos con el chocolate que alguna vez ocupó aquella caja. Esto nos adentra en un mundo de asociaciones, una puesta en escena simbólica: obras en pequeño formato dispuestas en un recorrido laberíntico que evoca los colores de aquella caja de chocolates conservada en las reservas del Museo Británico.

Su obra incorpora fragmentos de pinturas icónicas como El maizal de John Constable (1826) y referencias a El mono pintor de Jean Baptiste Siméon Chardin (1739-1740) que presenta la alegoría del pintor como imitador. 

Las dos imágenes no solo dialogan con la cultura de masas, sino que también están profundamente arraigadas en su propia memoria. Ambas referencias tienen un eco profundo en su práctica por razones íntimas: la obra de Constable evoca los ambientes de la casa de sus abuelos, decorados con un póster de esta pintura donde aparece un niño tomando agua de un canal, unas ovejas y unos perros, mientras que la de Chardin se conecta con un pequeño mono de juguete que aún conserva. Este objeto, reinterpretado en sus pinturas, se transforma en un mono goloso ambiguo, cargado de significados y evocaciones.

En este proyecto inédito, la narrativa no pretende alcanzar una conclusión definitiva, sino que invita al espectador a participar en un juego sin fin en el que cada mirada revela nuevas capas de interpretación. La exposición se presenta como una caja de cajas, un juego perpetuo en el que la historia, en constante transformación, se despliega y cobra vida.

– Giada Lusardi

Registro fotográfico de El Confite